¿Cómo nos cambiará la pandemia de coronavirus? Ahora mismo todos nos estamos haciendo esta pregunta y tratamos de imaginar como será la vida cuando por fin podamos salir a la calle y retomar nuestros hábitos y costumbres. En el ámbito que más conocemos en nuestro despacho, el de la arquitectura y el interiorismo, estamos convencidas que habrá grandes cambios y revoluciones.
Para empezar, la forma de entender nuestro espacio más cercano: el hogar. Llevamos más de un mes y medio encerrados en casa, hemos tenido que reorganizar los espacios para que todos los que vivimos en ella podamos disponer de un rincón propio, un lugar para estudiar, para trabajar, y uno para compartir el ocio y el tiempo en familia.
Hogares más versátiles
Solo esto ya nos da una idea de como tendrán que ser las casas del futuro. Y la palabra que lo resume mejor es: Versatilidad. Los hogares tendrán que poderse adaptar a las necesidades en función del momento. Quién sabe si tendremos que pasar otras temporadas confinados en casa, o si el teletrabajo se extenderá a muchos sectores y personas…
Los hogares tendrán que ser más polivalentes y capaces de adaptarse a esta situación, y para ello tendrán que implantarse nuevos diseños que jueguen con paneles móviles, muebles con diferentes usos y otros recursos que permitan adaptar el espacio a cada ocasión.
Todas los m2 de los que disponemos tendrán protagonismo absoluto según las necesidades y/o actividades que queramos acometer.
La cocina liderará definitivamente el corazón de la vivienda, un laboratorio para crear con el resto de la familia, planteándose como una prolongación de la sala de estar integrándose a ella como espacio de reunión.
El comedor pierde importancia en su uso tradicional, pero gana importancia en espacio de trabajo, de estudio, etc.
El salón se adapta para encontrar rincones personales o versátiles donde poder leer, hacer ejercicio o jugar a la play.
El dormitorio se convierte un espacio personal, de reflexión, un espacio donde volver a la calma, encontrarse con uno mismo, hablar con los amigos, conectar con la oficina, etc.
El baño se transforma en lugar de spa, volver a pensar en tener una bañera para poder relajarse, duchas exfoliantes, un espacio de cuidado personal, en definitiva, nuestro lugar de mimos personales.
No podemos olvidarnos de los balcones, terrazas y todos aquellos espacios que podamos integrar a nuestra vivienda y en el que podemos sentir la brisa, ver el cielo, tomar el sol.
Finalmente, no nos olvidemos de los pasillos, distribuidores y zonas de paso, m2 que se convierten en carriles para ejercitar las piernas, hacer flexiones o jugar al pilla pilla.
Por supuesto, unas buenas instalaciones, garantizar la iluminación natural y la ventilación serán claves en estos nuevos hogares en los que quizás tendremos que pasar mucho más tiempo. Disponer de balcones, terrazas, jardines o espacios al aire libre será esencial. Estas son ya las claves de la bioarquitectura que nosotras defendemos.
Espacios más seguros
No solo en casa, también fuera de ella las cosas cambiaran. Los espacios comunes que todos compartimos tendrán que reinventarse para ser más seguros y saludables. Diseñar entornos urbanos pensando en la distancia social, calles más anchas, salas de espera más grandes, nuevas formas de reorganizar los espacios que compartimos.
Las nuevas tecnologías nos servirán de ayuda para garantizar la máxima higiene y seguridad y evitar contactos innecesarios: puertas correderas, sensores, apps móviles para abrir las habitaciones del hotel, para acceder al gimnasio… Tendremos que repensar la forma en la que interactuamos con todo nuestro entorno.
Una mirada positiva
Por último, nos gustaría finalizar con un par de reflexiones positivas y optimistas.
Esta cuarentana nos está sirviendo para poner en valor otras prioridades. Valoramos el tiempo en familia, ponemos en práctica la imaginación para ocuparnos el tiempo, recuperamos costumbres que habíamos dejado aparcadas por falta de tiempo, como cocinar, hacer manualidades, hacer ejercicio…
Y también encontramos la forma de comunicarnos con los demás. Hemos visto vecinos que nos regalan sus canciones, niños que quedan a una hora para jugar desde sus balcones, y muchos otros ejemplos de acercamiento en la distancia. Cuando volvamos a la “nueva normalidad” tenemos que conservar estos momentos.
Por otra parte, en los días que llevamos encerrados en casa, hemos visto como la contaminación se reducía y el planeta empieza a lucir más saludable. Esto nos da un mensaje de esperanza: es posible revertir el cambio climático si adoptamos formas de vida más reposadas y sostenibles.
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